Ilustrar esta columna escrita por Mauricio Tenorio siempre es
agradable, pero este texto me pareció especialmente conmovedor. Quiza
tenga que ver con que el asunto de la contemplación desde hace mucho es
algo que me interesa y me llama.
Trata de una persona
que disfruta toda una experiencia: el otoño. Como esta sensación lo
embarga y lo abstrae de todo, al grado de sólo existir él y eso que pide
no ser nombrado, no ser puesto con palabras. Esta sensación es protegida por él y a la vez lo protege a él mismo del exterior. Un
desenlace quizá violento que aún siéndolo no es tan grave pues su
atención no estaba ahí, estaba contemplando el otoño sin reparar en la
ciudad demandante que pide atención, precauciones, justificaciones y
tiempo.
Fue muy bueno, leanlo en la edición de nexos de abril, vale la pena.
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